El Tango de los martes

Los pacientes bailan con parejas que no padecen Parkinson y bajo la guía de terapeutas de danza como Manuco Firmani, bailarín profesional de tango involucrado en la rehabilitación de pacientes con Parkinson desde 2011.

Emilia, de 86 años, prefiere no dar su apellido porque baila en contra de la voluntad de su hijo, quien teme por el viaje en colectivo de dos horas que hace para llegar al estudio en el centro de Buenos Aires.

“Para mí, esta es la felicidad de todos los martes”, dice la jubilada, de cuerpo frágil y encorvado y voz suave, para quien el tango le recuerda su juventud.

“Cada año realizamos evaluaciones específicas para analizar los beneficios del tango”, señala el neurólogo Sergio Rodríguez. “Hemos medido mejoras en capacidades cognitivas, habilidades motoras, marcha y equilibrio”.

Según los especialistas, caminar está en el centro del tango argentino. Pero esa no es la única razón por la que es un método eficaz de rehabilitación para pacientes con Parkinson.

El tango también exige a los bailarines seguir ritmos, moverse en una dirección determinada e interpretar las señales físicas de la pareja.

“Hay muchos mensajes simultáneos que deben resolverse, lo que resulta muy positivo para esta enfermedad”, dice Garretto.

Al finalizar la clase, hay aplausos y “un aire de satisfacción” en la sala, señala la terapeuta de danza Laura Segade. “Después de todo, ¿quién puede quitar lo que se ha bailado?”