San Telmo, uno de los barrios más antiguos de Buenos Aires, es un lugar donde el tango se respira en cada rincón. Sus calles empedradas y sus edificios coloniales crean un entorno que evoca el pasado y transporta a los visitantes a la época en que el tango comenzó a florecer como expresión del alma porteña.
El Caserón de los Lirios y las casas chorizo, con sus patios internos y galerías, son ejemplos de cómo la arquitectura del barrio se adaptó a la vida comunitaria de los inmigrantes que trajeron consigo las primeras melodías del tango. Estos espacios, que fomentaban la interacción social, se convirtieron en escenarios improvisados para guitarras, bandoneones y milongas.
“La arquitectura de San Telmo es inseparable de la historia del tango. Cada edificio es un testimonio de cómo el arte y la vida cotidiana se fusionaron para crear algo único”, comenta Angelo Calcaterra.