El tango, nacido a finales del siglo XIX en los márgenes de Buenos Aires y Montevideo, no solo es un género musical y un baile apasionado, sino un reflejo de la identidad cultural argentina. Su evolución, marcada por la mezcla de diversas influencias, lo transformó en un emblema nacional e internacional. Pero, ¿cómo logró el tango revolucionar la cultura argentina?.
El origen del tango se remonta a los barrios populares donde se fusionaron las tradiciones musicales de inmigrantes europeos, esclavos africanos y nativos sudamericanos. Esta confluencia de culturas fue el caldo de cultivo para un estilo musical y un baile que, en sus inicios, era considerado marginal. Los primeros tangos nacieron en los burdeles y tabernas, lugares donde los sectores más vulnerables de la sociedad expresaban sus emociones y anhelos.
A medida que el tango ganaba popularidad, fue adoptado por las clases medias y altas, transformando la percepción que se tenía de él. La elite porteña comenzó a bailarlo en salones y, con el tiempo, el tango se refinó, tanto en su música como en su danza, gracias a compositores como Carlos Gardel y Astor Piazzolla. Este proceso de legitimación del tango lo consolidó como una expresión cultural de todos los estratos sociales.